Como todo mundo, siempre me he burlado de los
europeos que tan pronto ven dos rayos de sol salen corriendo a un jardín.
Me reído al ver cómo utilizan la hora de su
lunch para correr al pedazo de pasto más cercano, quitarse los calcetines, arremangarse
y asolarse durante 30 min. Ni siquiera necesitan que haga mucho calor, con que
haya un poco de luz, se animan.
Siempre me burlé de ellos.
Ahora (tristemente) empiezo a comprenderlos.
Nunca entiendes cuánto se puede extrañar el sol,
hasta que de repente te das cuenta que llevas varias semanas viviendo casi en
penumbras. En estas circunstancias, hasta tres tristes rayitos de sol te ponen
de buen humor. ¡Y hoy fue uno de esos muy pocos días en los que salió el sol! Ni
siquiera hubo buen clima, en la mañana estábamos a -2°C y es posible que nieve en
la noche, pero aún así, el sol salió hoy y el día se veía bonito.
Como la mayoría de ustedes ya saben, yo ni siquiera
puedo realmente asolearme y dependo de bloqueadores solares de 80 o 100 SPF para sobrevivir un viaje a la playa, pero de
todos modos, extraño que las cosas tengan cierto brillo, que haya luz.
Así que la siguiente vez que vean a un pobre europeo
corriendo tras un magro rayo de sol, no se burlen de él. Ténganle compasión,
porque lo que en México damos por un hecho, acá es un raro lujo.
Hablando de México y lujos, muero de ganas de
ir a la mejor playa del mundo: Troncones! Ya está planeado que en el siguiente
viaje a México, pasaremos una semana en Troncones, disfrutando del calor, el
mejor fondue de camarones del mundo, el mar y por supuesto también de los rayos
del sol.
Troncones, Guerrero. A.k.a el mejor lugar del mundo
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