Hoy Chema cumple 5 años. Su nombre completo es José María Hayder y le encanta comer de todo, excepto camarones.
Yo lo conocí el día que nació. Todavía me
acuerdo que le preparamos a su mamá una caja de refrigerador con mucha viruta
para que diera a luz, y ahí paso Chema sus primeros días. Luego, cuando tenía 3
meses vino a vivir con nosotros. Era una bolita café chiquita y con cara de
preocupación.
Al principio todo le daba miedo y me acuerdo muy
bien como se escondía abajo del sillón, y desde ahí nos veía. Poco a poco fue
perdiendo el miedo y empezó a convivir con Camila, pero de vez en cuando, se
volvía a asustar con los juegos de la Camis y salía corriendo a meterse debajo de
su sillón. El miedo no duró mucho, al poco tiempo se hicieron compañeros
inseparables, y desde entonces Chems y Camis se adoran mutuamente.
En esa época nuestras vecinas le hicieron un suéter
para protegerlo del frío que más parecía capa de caballo. Se veía chistosísimo,
pero creo que le gustaba porque no se lo quitaba.
También en esa época, Camila lo enseñó a jugar luchitas y le metía unas super arrastradas. Lo que no previó mi pobre perra, es que Chema iba a crecer hasta pesar más de 50 kilos y la que iba a terminar siendo arrastrada por todo el jardín era ella. Pero no importa qué tan rudo jueguen, nunca se lastiman. Y después de sus sesiones de luchitas, Camila pasa un buen rato limpiando a Chema, especialmente sus orejas. Nunca ningún perro ha tenido orejas tan limpias como Chema.
En estos 5 años, hemos descubierto que a Chema le
encanta acompañarnos a escalar montañas (salió como su papá) y que la nieve le
fascina. Hasta tiene su equipo de alpinismo, con su mochilita y sus botas para
nieve. También le encanta ir al bosque, antes nos acompañaba en la bici y ahora
tiene la fortuna de seguir yendo cada semana (Gracias M!). En contraste, le choca la playa
porque la arena se le pega al hocico y el calor no es lo suyo. Tampoco le gusta
meterse al mar, pero si nosotros nos metemos al agua, nos acompaña porque le
preocupa que nos ahoguemos (¿o pensará que nos iremos nadando sin él?)
Lo que más odia es que llevemos a cachorros
callejeros a la casa para cuidarlos en lo que encuentran un hogar definitivo.
Mientras Camila nos ayudaba a cuidarlos y jugaba con ellos, Chema los veía de
lejos y se negaba a convivir con ellos más de lo necesario. Los aguantaba estoicamente, mientras los cachorros se divertían mordiéndole los belfos.
Pero en general es un muy buen perro, una vez donó sangre para salvar a
otro perro. Accedí a hacerlo porque creo que si él pudiera hablar, nos hubiera
dicho que estaba de acuerdo en ayudar a alguien más.
Es un perro muy noble, paciente y bien educado.
Tiene su carácter, pero en general es cariñoso y feliz. Su gran defecto es que
es necio y cree que tiene derecho a dormir en la cama mientras los humanos no
se den cuenta. El wey no sabe que siempre deja las cobijas destendidas…
Sé que es un perro feliz y que está muy bien
cuidado, pero me duele no poder estar con él en su cumpleaños y darle su tradicional
filete o rib eye en sustitución de un pastel. Tradición de la que su papá se queja cada año amargamente porque Chema se merienda un corte delicioso y a él no le
toca.
Feliz cumpleaños Chems, no sabes cómo te extraño.
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