Cuando empezó a hacer calor
decidí que necesitaba unos lentes obscuros porque como ya soy medio-europea me
molestaba tanta luz en los ojos jajaja
Primero buscamos en una tienda duty-free en un aeropuerto y resulta que los únicos que me gustaban y Adam
decía que se me veían bien eran de marcas fresas y costaban más que el boleto
para el avión que íbamos a tomar.
Después busqué en un par de
tiendas en Londres pero no encontraba nada bueno, bonito y no-tan-caro (a lo más que puedes aspirar en esta ciudad). Había
varios que me gustaban y cuando los veía más de cerca tenían un “diamantito” en
las patitas o algún corazoncito dorado. ¡Muy nacos! O peor la marca es más
grande que el lente! O son de carey!
Total que los días pasaban y
mis ojos seguían sufriendo con tanta luz y nada que los protegiera. Y luego un
día estábamos en Boots (la marca de farmacias más grande por acá) y que veo
unos lentes lindos! Y no tenían nada naco en las patitas! Y hasta Adam dijo que
se me veían bien. Y costaban 8 libras.
Y ahora ando para arriba y
para abajo con mis lentes suuuper chidos, hasta me los llevé el día que tomé técon la Reina, ja! Y siempre los traigo en mi bolsa y los saco a la menor
amenaza de un rayo de luz (que tan poco es tan común en Londres, pero lo
intento…)
Se te ven muy bien. Comunicas de forma agradable, simpática y entretenida tus andanzas
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