Esta semana santa, mi hermana, Adam y yo aprovechamos
para ir a conocer Escocia. Ya luego les platicaré más sobre el viaje, pero hoy
quiero contarles sobre el trayecto para allá.
Decidimos ir en tren porque todo mundo dice que
los paisajes son preciosos, y además es más cómodo ir de una estación de tren a
otra, en lugar de volar en avión, lo cual implica tener que tomar un taxi o tren al aeropuerto, hacer check-in, pasar seguridad, volar y luego volver a tomar otro
tren o taxi a tu hotel.
Paisaje escocés
Así que nos levantamos super temprano para
tomar el primer tren del día hacia Edimburgo, desde la famosa estación de King
Cross. Pasamos por café a Starbucks y nos llevamos brownies y bagels para el
camino. Llegamos a nuestro vagón y nos sentamos en los lugares que ya teníamos asignados.
Todo iba muy bien, hasta que una estación después se subió una familia con dos
hijos chiquitos, carriola, maletas y hasta un perro.
Primero llegó el papá a despertar a un señor
que estaba profundamente dormido, porque según él estaba en su lugar. El señor
estaba tan dormido, que se quitó sin chistar, y el pobre hasta después se dio
cuenta que en realidad sí estaba en su lugar y el papá se había equivocado. Por
fin la familia se instaló en sus lugares correctos, junto a nosotros. Y justo
en ese momento el niño chiquito empezó a llorar y cuando no lloraba gritaba “no”. Y así siguió durante
las siguientes tres horas. Sin parar. Hasta el perro se escondió debajo del
asiento de Adam.
Y todo este tiempo Esly y Adam se dedicaron a
quejarse amargamente del chamaco…
Finalmente llegamos a Escocia, dejamos atrás a
la familia gritona y nos dedicamos a pasar los siguientes 4 días conociendo
Edimburgo, que es una ciudad preciosa y muy auténtica.
El domingo por la tarde nos subimos al tren que
nos regresaría a Londres, ¿y a quién creen que nos encontramos en el mismo
vagón?!?
¿No adivinan? A ver si la cara de Esly les da
una pista:
Que nos reencontramos a la familia gritona, con todo y perro.
Hasta les saqué un par de fotos cuando se
dedicaban a pasear por el pasillo del tren:
El niño de la izquiera tenía unos grandes pulmones
Al menos en avión, la tortura no hubiera sido
tan larga…
Saludos,
Eve
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