Apr 25, 2013

7 años después


Hace unos días Adam y yo celebramos 7 años casados. Siempre escuchas “se dice fácil pero…”, en este caso no, al contrario, siento que llevamos muy poco tiempo juntos y cuándo hacemos cuentas siempre me sorprende que haya pasado tanto tiempo! Yo me siento casi recién casada jaja

En fin, como algunos saben, Adam y yo no celebramos los aniversarios con regalos, sino con experiencias. Cada año buscamos hacer algo nuevo y especial para conmemorar la fecha. Nos vamos de viaje, nos lanzamos de aventura o por lo menos nos consentimos.

Este año decidimos tener una experiencia culinaria y queríamos irnos al restaurante más caro de Londres a celebrar. Resulta que el restaurante más caro es absurdamente caro, una cena cuesta más de lo que pagamos por un mes de renta (y la renta inglesa es cara!), así que tuvimos que ajustar un poco la idea.

Al final nos pusimos muy guapos, y nos subimos al London Eye (la rueda de la fortuna gigante que está frente al Támesis). Gran vista! Solo en Londres puedes subirte vestido semi formal a una atracción turística y nadie te voltea a ver.


Bueno, elegantes excepto por la elección de zapatos del Güero, aunque de todos modos se veía guapísimo…


De ahí nos fuimos a cenar a un restaurante haute cuisine de comida india. Por cierto, el güero intentó hacer reservación y le dijeron que ya no había lugar, así que hablé yo desde la oficina y cuando les dije de donde hablaba, no solo nos encontraron lugar, sino que nos pusieron en la zona VIP (ja!).

El restaurante estuvo delicioso y divertido. El prime platillo que te traen es una tabla de madera con verdura lavada y cruda (lechugas, tomates, pepinos) para que tu cortes, peles, adereces y hagas tu propia ensalada. El truco está en que las especias que te dan para que la adereces son deliciosas! (mmm nada más me acuerdo y se me antojan de nuevo).

Después de eso comimos camarones tigre, croquetas de lenteja con queso y el cordero más sabroso que he probado en mi vida, que cocinan en una olla de barro durante horas. Lo único malo es que comimos tanto, que ya no tuvimos especio para el postre. Pero eso sí, cerramos la cena con un cafecito para el güero y un té Chai para mí y hasta "el azúcar" que te traen era bonita: un cofrecito de metal con varios tipos de endulzantes.


Felices 8 años 7 años amor. Gracias.

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