El domingo por la tarde por fin regresamos a
Londres. El viaje a México estuvo increíble, mucho sol, muchos amigos, mucha
comida. Todo bien, pero sobre todo estuvo cansado. El regreso estuvo también
muy bien (aunque nos tocó otro niño llorón, nos persiguen!)
Cuando volamos a México tenía el sentimiento de
estar regresando a “casa” y pensé que cuando regresáramos a Londres iba a
sentir que llegaba de nuevo a lo desconocido, pero no, también se sintió como
regresar un poquito a casa. Raro, pero me supongo que para mí, la casa es el
lugar donde está mi familia, y mi familia está dividida: Adam y yo vivimos
aquí, mis perros viven en México, por lo tanto, las dos lugares se sienten como casa.
Ver a Chema y Camila fue lo mejor del viaje;
despedirnos de ellos, la peor parte. Hasta nos llevamos a los perros a la
playa, y resulta que ha Camila le encantó la hamaca:
En fin, el vuelo de regreso estuvo bien, pero
después de eso, nos ha pasado de todo. Primero, la línea de metro que nos lleva
directamente del aeropuerto a la casa estaba cerrada... muy molesto. Lo bueno
es que, a diferencia de la primera vez que llegamos cuando estábamos
completamente desubicados, esta vez ya nos sabíamos todos los trucos, teníamos
celulares, pases de metro, etc y no fue una tragedia.
La tragedia fue que el Güero se enfermó de la
panza tan pronto llegamos y el pobre pasó 3 días tirado en la cama. Pocas veces
lo había visto tan fregado.
Y luego yo ayer me caí mientras corría (no sé
porque se sorprenden si ya sabemos todos que soy torpe). Me raspé la palma de la
mano y el codo, y la rodilla derecha, y la rodilla izquierda. Puede ser que
también tenga un par de moretones. Calamidad.
Pero bueno, ya estamos de regreso reportando por aquí.

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